¿Amas desde el adulto o desde tu niño interior?
En apariencia, creemos que nuestras relaciones de pareja nacen desde la adultez emocional. Pensamos que elegimos conscientemente, que reaccionamos de forma madura y que construimos vínculos desde el presente. Pero cuando llega la intimidad —ese terreno donde caen las máscaras—, muchas veces no es el adulto quien ama, sino el niño herido que fuimos.
Ese niño interior, que aún espera ser visto, reconocido o amado como no lo fue en su infancia, puede tomar el control emocional. Y cuando eso sucede, el amor se transforma en necesidad, en dependencia, en una espera constante de algo que el otro no puede —ni debe— llenar.
El amor no se rompe, se repite
Como decía Bert Hellinger, el amor no se rompe, se repite. Repetimos lo que no está resuelto.
Recreamos inconscientemente las historias familiares, las dinámicas del pasado, las heridas de la infancia. Muchas veces, no elegimos pareja desde el amor consciente, sino desde un patrón aprendido. Un patrón que busca cerrar un ciclo, pero sin consciencia, solo consigue abrirlo de nuevo.
El dolor no sanado busca consuelo. Pero si no lo abordamos con presencia y claridad, volverá una y otra vez en forma de conflicto, frustración o dependencia emocional.
¿Ama tu adulto o tu niño interior?
Preguntarte quién está amando en ti puede ser el inicio de un proceso terapéutico transformador.
¿Estás reaccionando como adulto o como el niño que se sintió rechazado?
¿Estás esperando que tu pareja te ame como no lo hicieron tus padres?
¿Estás castigando al otro por heridas que no le pertenecen?
Estas preguntas no son simples reflexiones: son el comienzo de una sanación profunda del vínculo afectivo.
El amor adulto comienza cuando dejamos de esperar que nos salven
La verdadera transformación en las relaciones llega cuando asumimos nuestra responsabilidad emocional. Cuando dejamos de pedir al otro que repare lo que no supo darnos nuestra historia.
Desde ese lugar, la pareja deja de ser un campo de batalla emocional para convertirse en un espacio de crecimiento.
No se trata de ser perfectos, sino de estar despiertos.
De reconocer cuándo habla en nosotros el niño herido y cuándo lo hace el adulto consciente.
El amor real no exige, no controla, no castiga. El amor sano acompaña, comprende y crece en el presente.
¿Te animas a mirar quién está amando en ti?
En mi consulta —presencial en Barcelona o en formato online— trabajo con personas que buscan relaciones más auténticas, conscientes y libres.
A través de un enfoque terapéutico profundo, te acompaño a reconectar contigo, sanar tu historia y construir vínculos desde el amor adulto.